Un aspecto tétrico de la vida en sociedad. Las necrópolis ponceñas del siglo XIX: 1814-1890

por Eli D. Oquendo Rodríguez
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La antigua costumbre cristiana de enterrar los muertos dentro de las iglesias o en el atrio de las mismas se efectuó en Ponce hasta pasada la primera década del siglo XIX. Obedeciendo al paso dado en San Juan de abandonar esa práctica ya desde 1797 y a normativas españolas de 1804 y 1813, fundadas en el genuino interés por proteger la salud pública, auguraba que similares entierros tenían sus días contados en Ponce. El obispo Juan Alejo de Arizmendi, un ilustrado clérigo, se propuso erradicar dichas inhumaciones, aunque, según parece, con alguna molestia de parte de los fieles que no veían con buenos ojos que sus difuntos se trasladaran a las afueras del pueblo. Todo apunta a que en Ponce ocurrió así pues no es sino hasta 1814 que se inaugura el primer cementerio del pueblo el cual estuvo en uso hasta 1843, año que abre el cementerio conocido hoy como Panteón Nacional Román Baldorioty de Castro. Otras necrópolis fueron abiertas en las décadas de 1850, 1870 y 1890 por razones concretas:  desarrollo de epidemias, la inhumación de no católicos o la de los vecinos de un lugar en específico (La Playa). Fueron cementerios de corta existencia. Habría que esperar al siglo XX para presencias la inauguración de otros cementerios que ya tienen hoy una historia centenaria.  

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